EL ARREPENTIMIENTO:
Hechos 3: 19 dice
: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.”
Es tan importante la práctica del arrepentimiento en la vida diaria que eso fue lo primero de lo que hablaron Juan el Bautista y Jesús al empezar su ministerio. El arrepentimiento genuino borra nuestras rebeliones, produce en nosotros paz, quita la culpabilidad, produce un cambio favorable en nuestra conducta y carácter. Otra señal del arrepentimiento verdadero es que podemos predicar el evangelio con convicción y libertad. A veces cuando las personas pecan, sienten culpa o remordimiento; para aliviar estos sentimientos de culpa en ocasiones intentan cambiar de actitud, hacen regalos, se muestran mas cariñosas, complacen a la persona afectada o hacen obras de caridad. Esto en sí no es malo, lo incorrecto es el tratar de sustituir el arrepentimiento verdadero por obras muertas.
Tito 3: 5 nos comenta:
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.”
El conocimiento y meditación de la Palabra de Dios, es indispensable para un arrepentimiento genuino y traer al alma descanso y paz. No es posible ser partícipe de las riquezas y bendiciones del reino de Dios sin el arrepentimiento en nuestras vidas. Es necesario tener convicción de que somos pecadores, que hemos fallado a la ley de Dios para poder arrepentirnos, creer y tener fe en el Señor Jesucristo y su Palabra. La fe crece en la medida que el arrepentimiento se practica como un estilo de vida. A través del arrepentimiento se busca la comunión y el restablecimiento de la relación con Dios. En el relato bíblico del hijo pródigo, podemos observar, que “el hijo pródigo” se arrepintió verdaderamente, porque su interés no eran los beneficios materiales o terrenales, sino que sólo quería estar con su padre. Por su sinceridad las bendiciones le alcanzaron.
En 2da. de Crónicas 7: 14
“ Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
En este pasaje está claro que a través del arrepentimiento nos acercamos a Dios, El nos escucha, nos perdona y nos bendice con la sanidad espiritual emocional y física.
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